
11 Dic Navidad en casa de los suegris
A lo mejor estás embarazada, o ya has tenido a tu bebé. Tu pareja y tú estáis radiantes, con vuestra pequeña familia recién estrenada, deseando vivir por primera vez la ternura de estas fechas tan entrañables los tres juntos. Habéis hablado y planeado, y lo mires por donde lo mires, NADIE TE PUTOSALVA DE UNOS DÍAS EN CASA DE TUS SUEGROS.
Así es, querida. Con todo el dolor de vuestros corazones, por primera vez en vuestras vidas, vais a tener que repartir la Navidad entre ambas familias, porque la criatura ha dado el pistoletazo de salida para una fusión genética y social completa. Ha llegado la hora de, sí o sí, joderse.
¿Te toca ir a casa de los suegris? No cunda el pánico, señora. Aquí te vamos a compartir una serie de consejos para que estas fechas tan entrañables no te generen demasiadas ganas de matar o morir, para que no entres en bucle pensando “mi familia es maravillosa y yo me quejaba” y no sientas ese piquipiqui de ay-madre-dónde-me-he-metido. Al menos no de manera permanente.
5 NICOLATRUQUIS PARA DISFRUTAR LAS NAVIDADES CON LOS SUEGROS
1. Espabila
Dice un proverbio del Dalai Lama, Steve Jobs o Paulo Coelho que los problemas no existen, porque si se pueden solucionar, dejarán de ser problemas, y si no se pueden solucionar, no hay problema que solucionar. ¿Que qué? Pues que no luches contra lo inevitable, amiga mía. Si llueve, por mucho que te quejes, va a seguir lloviendo. Por tanto, desinstálate del “ay, es que echo de menos a mi familia”, porque es natural, es verdad, sí, son muchos años y recuerdos, pero has tomado la decisión de compartir con otra persona esta nueva etapa y YA ESTÁ. Olvídate de la queja. O déjala para rajar con tus amigas. Pero, para ti, para tus adentros, supérala y sigue adelante. Que ya eres una madre. Madura y déjate de joesqueyoqueríaqueYA. PASÓ. NEXT.
2. Experiencias extremas
¿No te mola conocer, crecer, experimentar sensaciones nuevas? ¿No echabas de menos viajar? Pues vas a flipar con este viaje hacia lo desconocido. Porque todo te va a parecer extraño, lejano, como de otra dimensión. Como cuando vas por la calle en otro país y ves la ventana abierta de una casa con una familia habitándola, cambiando de canal en una tele marrón, interactuando como extraterrestres. Te sentirás como si estuvieses cenando en una cueva del Bután (si la familia de tu pareja es butanesa y vive en una cueva, con toda seguridad). Pero no por nada, entiende que ELLOS NO SON RAROS, que la que te sientes extraña eres tú, porque llevas alrededor de 30 años compartiendo estas experiencias, exclusivamente, con tu familia. Esto será diferente a lo que has vivido siempre. D I F E R E N T E. Nuevo. Y eso, amiga:
PUEDE
SER
MUY
GUAY.
Se trata de que no vayas buscando las mismas sensaciones navideñas de antaño, sino que llegues abierta a otras nuevas. Que te dejes sorprender por lo que te espera, en lugar de intentar encajar tus emociones en las del fantasma de tus Navidades pasadas. DÉJATE LLEVAR. Observa lo que ocurre. Mírate. Mírales. Disfrútalo. Obviamente, no vas sentir el calorcito del abrazo de mamá o la vergüenza ajena de las tajadas de la tía abuela Rosi, pero te podrás sorprender con las formas de comunicación, cocina, juego, silencio, ruido, cante y despiporre o coñazo de un nuevo grupo humano. Es una oportunidad, quizás lo más excitante que vayas a vivir a nivel sociológico en los próximos meses. Ponte el traje de exploradora, relájate, déjate llevar.
3. Defiende tu espacio
Es muy importante, para llevarlo lo mejor posible, que también consigas delimitar una zona sólo para ti, que te permita salirte de vez en cuando del jolgorio neofamiliar para descansar un poco y estar a tu bola. En este sentido, el tema bebé te puede ayudar bastante:
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- Si estás embarazada. ¿Que necesitas descansar? Te piras. No hay que poner excusas ni vas a parecer una cortarrollos. El fruto de tu vientre es lo principal, sobre todo en estas fechas de adoración, para el devenir del apellido familiar. Eres la diosa portadora de su tesoro genético. Si su majestad necesita descansar, DESCANSA. Da igual que Ramón García se haya quitado ya la capa o que tu suegro esté a punto de cortar el bacalao. O el cordero. Tú estás cansada y te piras. Y todos lo comprenden. Y se enternecen. Y hablan y celebran la futura llegada del niño.
- Si ya tienes a bebé. Bebé come, y cuando lo hace, os da espacio para los/as dos. Pero, aquí, amiga, tienes que pensar muy bien la estrategia, no te vaya a salir el tiro por la culata. Porque:
– Puede que pienses: mira, yo no voy a ocultarme para dar de comer a mi peque. Por muy mi suegro que esté ahí o muy mi suegra sea una remilgada. YO ME SACO LA TETA DONDE QUIERA. Y eso está genial, porque te ahorra muchos ocultamientos y viajes a otro cuarto. PERO. Piénsalo dos veces: a lo mejor, llegado el momento, lo que quieres es TENER LA EXCUSA de amamantar a tu bebé para salirte un rato de la escena, estar a solas con tu peque y dejar de escuchar a la tía Filo contando lo de la panadera por enésima vez. Si no sueles amamantar en la mesa, podrás largarte sin excusas cada vez que el bebé quiera comer.
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- – O, qué narices. Si eres activista proteta en todos los ámbitos de tu vida, ¿por qué tendrías que dejar de serlo en casa de tus suegros? Si eliges amamantar bajo la atenta mirada de tus nuevos familiares, hazlo lo menos engorroso posible: píllate una nicolasita. Así no tendrás que andar con baberos ni muselinas, y sacarte el pecho será tan fácil que evitarás que el listo del primo adolescente de Segovia venga a ayudarte o su hermana a decirle que te deje en paz con un tono tan horrible que bebé se despiste y deje de comer. Además, si churumbelín/a se duerme, podrás quedártelo/a tapadito/a contra ti, mientras tú sigues separando el Suchard de los demás turrones.
- – La opción intermedia es amamantar en familia, pero tapada. Esto también te lo facilita la nicolasa. Si ni de coña le enseñas la teta al abuelo de la criatura, amamanta discreta y monamente con tu top de lactancia favorito.
4. Pruébalo todo
Este punto no tiene matices. Ha de ser una realidad sin fisuras. Si no quieres que piensen que desprecias sus manjares, pruébalo todo. Aunque lo haya hecho el mayordomo o lo hayan pillado en el Carrefour Express. Aunque los oricios te sepan a culo y tu suegra experimente con cocina afgana molecular. Pruébalo, por el amor de Dios. Por la paz familiar. Pruébalo.
5. Piensa en bebé
Bebé no va a ser un/a extraño/a que se mete en esa familia. Bebé es PARTE de esa familia. Se parece a ellos, tiene la sonrisa de la abuela Luisa, el descaro del tío Luisín o la timidez del abuelo Jorge. Ha nacido con las cejitas de papá y la mala leche de la bisabuela. En su estructura ósea es clavadito a la Perica, la del Antonio, y se le ve tan despierto como su hija, la Periquilla, que se fue a Nueva York y gana ya más que todos nosotros juntos, no veas qué éxito y qué inteligencia. El año que viene seguro que se apunta a la cena, ya la conocerás. ¿Cómo? ¿Que no la tienes aún en EL Facebook? Espera, que le digo que TE ADJUNTE.
ASÚMELO, NO ES SÓLO TU HIJITO/A. Y, como eres madre y quieres lo mejor para tu cachorrín, sabes que para él/ella, lo más guay del mundo es amarles profundamente y disfrutar con intensidad de cada rato en su compañía. Y, para lograrlo, es importante que tú también lo hagas. Porque si no, tu nena/e va a detectar tu rechazo hacia ellos y va a sufrir una distorsión cognitiva entre lo que es y lo que debe ser. Y no va a saber si amarles, como le pide el cuerpo, u odiarles, como le indican las muecas de mami. Si mamá disfruta, se divierte y se ríe con los abuelos y las tías, él/ella también lo hará. Que no digo yo que tengamos que defender el “hazlo por tu bebé, no por ti”, porque es una idea muy cristiana y navideña, y también un poco puñetera y retorcida de cara al amor propio. Pero sí aseguro que, si tú sientes que tu bebé es feliz, eso te reportará alegría y bienestar.
Así que,
hazlo por los dos. Por los tres. Por los cinco, si sois una familia poliamorosa: aborda la situación desde una óptica positiva, relativiza la importancia de cuanto te chirríe, ensancha tus límites de comodidad y pásatelo guay con tus nuevos compañeros navideños. Y, si te dicen que hagas el brindis familiar, recuerda colocarte adecuadamente la nicolasita, erguirte como una dama, aclarar la voz con un pizquín de cava, levantar con delicadeza tu copa y, con elegancia y firmeza, entonar:
– Querida familia:
¡Champán por las tetas y feliz Navidad!
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